lunes, 17 de octubre de 2011

Medianoche en el Carrer dels Petons


Una calle, casi oculta, perdida en el infinito diagrama de cemento y luces de Barcelona. Unos pasos curiosos adentrándose tímidamente, atraídos quizás por el débil reflejo de las farolas en los charcos de agua o por aquél silencio inquebrantable que sólo tienen las calles perdidas.
El la cogió de la mano suavemente, por primera vez. Respiró profundamente y sintió como su respiración era más cálida cada vez que la miraba de reojo o como se le entrecortaba cuando sus ojos se encontraban con los de ella. Entre risas y breves silencios llegaron hasta el final de aquél callejón sin salida, se sentaron en un viejo pozo de agua en desuso y miraron hacia arriba. Los edificios de uno y otro lado de la acera parecían acercarse hacia arriba conformando una curiosa ventana abierta hacia el cielo. Ella le señaló hacia allí formando un círculo imaginario con su índice.
-Mira…es como un ojo de pez –le dijo.
-Si, es verdad -afirmó él sonriendo mientras miraba el mapa de estrellas a través de la improvisada lente.
Luego de un rato en silencio se levantaron y buscaron la salida de aquella calle y recién ahí repararon en su nombre. La risa fue algo inevitable que rompió aquél silencio que parecía eterno, aunque delicado como el cristal.
“Carrer dels Petons” decía la placa de mármol. Y él recordó en ese momento aquella cruel ironía de la historia que contaba como en esa calle, tiempo atrás, los condenados recibían su último beso, el beso de despedida antes de encontrarse con la muerte.
La calle quedó atrás pero los pasos de la pareja eran cada vez más errantes, más inseguros. Sus manos se entrelazaron con más fuerza y el vio en aquellos ojos azules y soñadores un desafío al pasado más oscuro y una luz  en aquella medianoche mágica.
-Volvamos –le dijo ella tirando suavemente de su mano - volvamos al “Carrer dels Petons”
Y aquella noche hubo algo diferente en aquel pequeño pasaje sin salida.
Aquella noche tembló el reflejo de las farolas en los charquitos de agua y unos labios que anhelaban unirse por fin se encontraron.
Aquella noche dos amantes anónimos se burlaron del pasado más triste, en el “Carrer dels Petons”...